En la madrugada del 12 de junio de 1956 el General Juan José Valle fue ejecutado en la cárcel de Las Heras, por ordenes del presidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu.
La orden se dicto "justificada" en la responsabilidad que tuvo Valle, como uno de los ideólogos y ejecutantes de la revuelta que intentó derrocar al criminal gobierno de la Revolución Libertadora.
Minutos antes de enfrentar a sus verdugos, Valle le escribió estas conmovedoras líneas a su esposa:
CARTA DE
JUAN JOSÉ VALLE A SU ESPOSA
“Querida
mía:
Con más sangre se ahogan los gritos de
libertad. He sacrificado toda mi vida para el país y el ejército, y hoy la
cierran con una alevosa injusticia.
Sé serena y fuerte. Dios te ayudará y yo desde
el más allá seguiré velando por ustedes. No te avergüences nunca de la muerte
de tu esposo, pues la causa por la que he luchado es la más humana y justa: la
del Pueblo de mi Patria.
Cuida mucha a Susanita, y que después de este
amargo trance encuentren resignación y mucha felicidad. Tenemos muy buenos
amigos; confía en ellos, yo les he pedido que te ayuden.
Muchas cosas tendría que decirte pero las
sintetizo en una sola; me has hecho muy feliz y por ello me voy de la vida con
esa serenidad que me has sabido inspirar siempre.
Despídeme de todos: de tu mamá que tan buena
ha sido conmigo. Te deseo mucha resignación. Sé fuerte y continúa la vida con
mi recuerdo y con la frente alta, pues de nada debemos avergonzarnos.
Hoy se difama la honra y el honor; pero yo he
procedido siempre con integridad. Solo pienso, que no terminamos nuestra obra
en común: la felicidad de nuestra querida hija. A ti te queda el hacerlo. Sé
fuerte para ello. Y por eso debes hacer frente a la vida con entereza y mucha
confianza en tus fuerzas, que las sé muchas.
No me dan tiempo ni siquiera a despedirme de
ti con un gran beso. Aquí te lo envío. Pongo en él mi corazón, que ha sido
siempre de mi mujercita querida. En los últimos momentos no quiero tener
amargura con los hombres que se olvidan de todo lo que es humano.
Mi viejita, perdóname este final de nuestra
vida. Pido a Dios que te reconforte pronto para seguir luchando por nuestra
hija y por vos misma. Un tropel de emocionadas palabras son las de mi despedida
definitiva. Que Dios te proteja y en la resignación encuentres alivio a esta
tortura. Besos y besos de tu Juanjo. Adiós mi amor”.
Juan José
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