"La organización debe ser gobernada y mantenida por los
propios dirigentes gremiales."
JUAN D. PERON
Discurso pronunciado por el Teniente General Juan D. Perón
el 4 de abril de1974, en la residencia presidencial de Olivos, ante los
síndicalístas participantes en el Congreso Normalizador de la C. G. T.,
Regional Córdoba.
-Compañeros: Siento un intenso placer en recibirlos y conversar
con ustedes.
El proceso gremial del país y el de las organizaciones sindicales,
es un asunto que más o menos yo conozco. Hace
30 años que vengo galopando, por lo menos a la par; en
consecuencia,
he sentido de cerca todo el proceso cordobés, no porque nos
interese meter la mano dentro de los sindicatos, sino, para reconocer
perfectamente el estado -diremos así que provocan algunas disensiones internas
de la organización sindical, que son siempre peligrosas.
LA ORGANIZACION SINDICAL
En la organización sindical hay dos grandes peligros con
los que hay que terminar y suprimir de cualquier manera: primero,
las disensiones internas y, segundo, que nadie de afuera meta la mano dentro de
los sindicatos. Esa es una cosa fundamental.
A veces algunos compañeros me dicen que intervenga personalmente.
Y o no haré jamás eso. Para mí, el sindicato designa a un secretario general
que debe ser sagrado para el gobierno, y es con él con quien yo me entiendo o
con quien deben entenderse las autoridades. Si hay alguna intervención que
hacer en un sindicato, deben ser las propias organizaciones sindicales las que
la hagan. Esa ha sido la regla que nosotros hemos establecido hace treinta años
en el país. Que nadie meta las manos en el sindicato, porque de esa manera da
lugar a que después todos quieran meterlas, y ese es el mayor peligro para una
organización sindical. La organización, debe ser manejada, gobernada y
mantenida por los propios dirigentes sindicales. Nadie lo hará, en reemplazo de
ellos, de forma tal que la organización tenga nada que agradecer.
Por esa razón, estos problemas que al fin y al cabo se promueven
entre compañeros, deben ser también arreglados entre compañeros. Cuando eso no
se ejecute entre compañeros, el que debe intervenir es la organización
sindical. Tienen una Confederación General del Trabajo que, oportunamente, cuando
sea necesario, puede intervenir en la solución de los problemas comunes de los
gremios.
Esa ha sido siempre la norma que hemos mantenido durante todos
los gobiernos justicialistas. En este sentido, es un placer ver que ustedes, a
trancos y barrancas, han llegado a normalizar un problema que sé que en Córdoba
no es fácil arreglar. Sin embargo, el buen sentido ha triunfado, y la entidad
ha salvado el principio de su organización monolítica.
Los que quedan afuera no tienen nada que ver con la organización
sindical. Hay mucha gente a la que le gusta hacer rancho aparte. Que lo hagan,
pero que no vengan a perturbar
la organización sindical; ellos no tienen ningún derecho aunque
crean que son dueños de la verdad. De estos dueños de la verdad conocemos
tantos que ya no pueden impresionar a nadie. El dueño de la verdad es el que
trabaja para la organización sindical, para que sea monolítica y pueda seguir
representando dentro del país un factor de poder. Si se dividen, cuando mucho
serán ·un factor de presión. Eso
y nada es lo mismo.
FACTOR DE PODER
Yo he estado en países donde tienen tres o cuatro centrales obreras.
Eso es como el perro del hortelano; no come él ni deja comer al amo; ni
resuelven su problema ni resuelven los problemas del país al que pertenecen.
Solamente una organización como la nuestra puede llegar a representar un factor
de poder.
Si no representa un factor de poder, la organización de la comunidad
o la comunidad organizada deja de ser una realidad. La realidad de una organización
y la de una comunidad organizada está representada, precisamente, por esos
factores de poder que se equilibran, para que nadie pueda declararse dictador o
querer gobernar por sí. Son estos factores de poder los que gravitan; y cuando
lo hacen, combinan entre ellos la defensa de los intereses correspondientes.
Porque en las organizaciones de las comunidades modernas se lucha por interés.
No nos vamos ha tirar la suerte entre gitanos: los intereses son los que
priman, y lo que hay que defender son los intereses.
Para defenderlos, se necesitan las comunidades organizadas.
Y hablar de comunidades organizadas no quiere decir que
tengamos cuarenta partidos políticos. Esa es una política, quizá, desorganizada.
Hay otros factores de poder que no .son los políticos y que deben gravitar
decisivamente en la vida de la comunidad.
TODOS UNIDOS
Para que eso pueda realizarse y pueda seguir siendo factor de
poder, las organizaciones sindicales deben mantenerse monolíticamente unidas.
Juntémonos dentro de los sindicatos y allí arreglemos los asuntos,
aunque sea a sillazos, pero no en la calle; en la calle estemos todos unidos.
Para mi esa es la base de la experiencia de toda mi vida.
Hay que darse cuenta de que cuando nosotros, en 1944, comenzamos
a trabajar en el sindicalismo argentino, había tres centrales obreras y, en
consecuencia, cuando son tres las centrales, es como si no hubiera ninguna. Los
adherentes a esas tres centrales no pasaban de un millón de trabajadores.
Eso ha ido evolucionando y todavía no hemos hecho el
esfuerzo total que debe hacerse para la organización.
Seremos alrededor de 7 u 9 millones y tenemos que completar,
por lo menos, 10 millones. Entonces sí la organización será completa.
Iv1ientras tanto, habrá que dominar a esos pequeños discordantes que siempre
hay en todas las cosas, hasta en los bailes. No están conformes con nada y
terminan muriéndose disconformes. Y lo único que no podemos permitir es que
sigan disconformes, y se mueran disconformes.
Los que obedecemos a una necesidad objetiva de la organización
sindical, estamos obligados a pensar que, primero, están las organizaciones
-sindica les, después lo hombres,
y luego los dirigentes. La organización es lo fundamental.
Sin esa organización, no valen ni los dirigentes ni los
obreros; en una palabra, no vale nada.
Se imaginarán ustedes cuánto es mi placer al poder ver aquí
a los cordobeses -que son siempre medio peleadores
y discutidores- unidos en una organización.
Poco a poco será preciso llamar a los díscolos, que se se
sienten incomprendidos. En la vida hay muchos que se sienten incomprendidos.
Generalmente, los que no comprenden son los que se sienten incomprendidos.
Entonces, pocoa poco hay que ir llamándolos y decirles que se dejen ele macanas
y que se agrupe n dentro de la organización. Porque dentro
de elJa no es pecado discutir ni pelearse. Pecado es pelearse desde afuera.
Dentro de la organización se puede discutir y se impondrá el que tenga la
razón.
Cuando se procede así, en buen lenguaje se llama buena fe;
cuando se procede de la otra manera, en buen lenguaje se llama mala fe, y la
mala fe puede producir mucho daño
a la organización.
LO MEJOR, ENEMIGO DE LO BUENO
El compañero Otero, así como también el compañero
Adelino Romero, me han informado de cómo se han realizado las
cosas en Córdoba. Se ha hecho una cosa buena, quizá no sea la mejor, porque lo
mejor suele ser enemigo de lo bueno. Es bastante con que sea una cosa buena;
ahora, tratemos de ir perfeccionándola de la mejor manera.
El perfeccionamiento es la segunda etapa de toda
organización; el que desea formar una organización perfecta de entrada,
generalmente se muere de una sed desconocida, porque al comienzo no hay ninguna
organización que sea perfecta, todas son perfectibles.
Hay que organizar, y dentro de la organización, ir
perfeccionándola todos los días.
Creo que la C. G. T. y las 62 Organizaciones cordobesas están
en esa tarea. Ahora están organizados, de manera que hay que perfeccionarse y
tratar de incorporar a toda esa gente díscola. Y o se que hay algunos que son
irreconciliables, pero cuando esos se queden solos, no tienen mucho valor como
tales.
Es el trabajo sincero de todos los días lo que puede llegar
a computar, en general, una fuerza, que es verdaderamente la finalidad de la
organización sindical.
Hay que establecer una fuerza suficiente como para seguir representando,
dentro del panorama nacional, un factor de poder.
Compañeros: cuando miro hacia atrás, treinta años, veo lo
que representaban los trabajadores y veo lo que representan hoy, me doy cuenta
de la ventaja de la organización. En aquella época los trabajadores no contaban
para nada ni decidían absolutamente nada; cuando hacían una huelga les daban
unos palos y los ponían a trabajar. Esa era la realidad que he venido
conociendo desde que tengo uso de razón.
Después de esa etapa, la o1rganización hizo sentir su
fuerza,. que siempre es una fuerza positiva para el país, porque al fin y a
cabo no debemos desconocer que los que todo lo hacen son los que trabajan, los
vagos no construyen mucho para los demás.
Yo he visto el desfile de los años, siempre de alguna manera
ligado a las organizaciones sindicales, trabajando con ellas y por ellas, y
considero que esto es también un triunfo nuestro, de los que hemos estado desde
el comienzo en la tarea de posibilitar que la clase trabajadora sea un factor
de poder decisivo dentro del país.
Ningún trabajador que esté organizado y afiliado a las organizaciones
sindicales, puede hoy negar que también él es un artífice del destino de todos,
porque cada uno tiene su voz y su voto dentro de la organización y cada uno
puede decidir de manera directa o indirecta el destino de los demás.
Señores: Alcanzar esto en una .organización sindical, no es
cosa fácil. Y o, que he recorrido casi todo el mundo, no he visto nunca una
organización sindical que pueda ser comparada con la nuestra.
VEINTE AÑOS ADELANTADOS
Me decía un día el jefe del gobierno italiano: "Ustedes
están veinte años adelantados sobre nosotros. En Italia tenemos tres centrales
obreras: una comunista, una socialista y otra demócrata-cristiana. Cuando no
está en huelga una, lo está la otra; cuando no se pelean con el gobierno, lo
hacen entre ellas. Socialmente esto constituye un caos". Y ahora digo yo:
dentro de un caos social, no puede haber una solución económica, y todos
estamos buscando que esas apariciones de caos terminen. Hay algunos que
trabajan para eso.
Es cuestión de que nosotros trabajemos para lo contrario.
Cuando aparecen esos señores que todo lo ven mal, que creen que
la organización sindical no es democrática, es porque ellos no son dirigentes.
Generalmente, es por eso. No se qué más puede pedirse que lo que se practica en
el orden sindical en la Argentina.
No hay ninguna otra fuerza que esté más democráticamente organizada
que nuestra clase trabajadora, pues tiene orden, disciplina y, sobre todo,
piensa en el triunfo de la organización y no en el triunfo ele cada uno, ni en
las ambiciones o aspiraciones muchas veces indebidas de los hombres.
En la organización no decide el hombre, sino los hombres; ese
es el principio fundamental. Que algunas veces sucedieron ciertas cosas, bueno,
eso pasa en las mejores familias, como dicen algunos. Algunas cuestiones
pequeñas pueden producirse, porque, claro, la lucha lleva a cuestiones que
muchas veces son pecaminosas. Pero eso no enturbia, no desfavorece el bien
final, que es el que se persigue.
Yo sé que los políticos trabajan. Esa es su misión. Ellos la
efectúan, y hacen bien. Pero la organización sindical tiene su propia política,
que no es la política de uno o de otro, sino que es la política de la
organización. Por eso es que tenemos a las 62 Organizaciones, que son las que
fijan y dirigen la política de conjunto de las organizaciones sindicales. La
organización sindical debe seguir una política, desde el momento que es un
factor de poder. No debe emplear el poder en forma indecisa ni brumosamente,
sino sistemática y racionalmente, para lo cual tiene que estar organizada
también políticamente.
Nadie escapa a la razón política, porque ésta es la que
domina a las demás. No hay economía, ni tampoco orden social, sin política. La política
es la que fija el camino. Los demás, lo recorremos. Esto no quiere decir que la
política va a decir cómo caminamos. No, caminamos como queremos nosotros.
Hay un camino para todo, pero dentro de él, establecemos las
condiciones: cuando caminamos, cuando descansamos, corremos o aceleramos el
paso.
Pero -y esto es lo fundamental- si no recorremos todo el
camino, el país es el que se perjudica. Y cuando el país se perjudica, nos
perjudicamos todos.
Para poder realizarnos cada uno de nosotros, es necesario que
primero se realice el país. Si el país no se realiza, es soñar con que uno ha
de realizarse. Nadie se realizará en un país que no se realice en conjunto.
-Compañeros: no quiero seguir abundando en estos temas que
sé que ustedes, dirigentes ya avezados y experimentados, conocen tan bien como
yo. Sólo quiero tocar una melo~ día, que debe ser asimilable para todos. Y lo
hago desde la
Presidencia de la República, porque esa es mi
responsabilidad.
POLITICA SINDICAL
La política sindical la fijan los trabajadores, y yo tengo que
respetarla, aunque no me guste. Por eso me han puesto a mí aquí. De la misma
manera pienso para los demás .sectores.
Respeto a todos los que representan factores de poder y
considero, en la medida de lo posible, a los que representan también factores
de presión, pensando que unos son. los legítimos
y otros son excrecencias del sistema, que también deben ser respetados.
No voy a seguir abundando sobre esto, porque sé que ustedes
lo conocen perfectamci1te bien. Solamente quiero felicitarlos por haber alcanzado
a hacer en Córdoba -que no es fácil- una organización que reúne a lo
fundamental. Ahora falta que trabajemos para ir agregando lo que queda fuera de
esa organización fundamental, para fortalecerla y perfeccionarla. Para
forta1ecerla y perfeccionarla como compañeros, eso es lo único que les pido que
realicen. No olviden que en esto
-como dicen los italianos- es necesario acostumbrarse a
tragarse un sapo. Cuando llega el momento de tragarlo, no hay más remedio que
hacerlo. Ese sacrificio va siempre en bien del conjunto, que es lo que todo lo
merece. Siempre he pensado así y siempre lo he realizado así, con éxito.
A veces vienen algunas personas a verme que, en realidad. les
daría un puntapié y, sin embargo, les tengo que dar un abrazo.
La política .impone esta manera de ser, porque es un proceso
cuantitativo. Tengo que llevar a todos, buenos y malos, porque si quisiera llevar
solo a los buenos, voy a llegar con muy pocos.
El sindicalismo no escapa a esta misma premisa. hay una
vieja máxima de los cristianos que dice: "Llegaron los sarracenos y nos
molieron a palos, porque Dios ayuda a los buenos cuando son más que los
malos".
La política obliga a eso, y la política sindical no escapa
.a las reglas del resto de la política.
Felicito a los compañeros de Córdoba y también felicito a
los compañeros de la organización sindical central, de la
Confederación y de las 62 Organizaciones. Pienso que este
tra~ bajo, de cualquier manera que se lo haga, siempre será positivo.
Unir y organizar, esas son las palabras de orden que
defienden y hacen de coraza a las organizaciones sindicales. En ese trabajo deben
empeñarse todos los dirigentes, tanto los de conducción como los de
encuadramiento. Los dos tienen una tarea y no sé cuál de las dos es más difícil,
si el acierto en la dirección, o el trabajo de todos los días para hacer
factible la dirección. A los dirigentes de encuadramiento. hay que cuidarlos
minuciosamente, pues desde allí es de donde salen los futuros dirigentes, y los
que en ese sentido se olvidan de eso, en cierto modo renuncian al porvenir.
Debemos prever, organizar y conducir para al porvenir. El pasado ya no cuenta;
el presente está en marcha; lo importante es lo que ha de venir, es allí donde
tenemos que poner la mirada. Por esa razón, los felicito y los exhorto a seguir
adelante.
CORDOBA: CENTRO INDUSTRIAL
Sé que Córdoba es una provincia que no es fácil; sé que es
una provincia con gran predicamento sindical y gremial, pero no debe olvidar
que eso nos lo debe a nosotros. Cuando llegarnos al Gobierno, en Córdoba no
había más que doctores.
Ahora hay trabajadores. Fuimos nosotros los que descentralizando
la industria llevamos un gran factor industrial a Córdoba.
Esa provincia no nos pagará sino con muchos años de
agradecimiento lo que hemos hecho con ella. La hemos transformado en un gran
centro industrial y esa es obra exclusivamente nuestra. Fue el Justicialismo el
que se acordó de que, al descentralizar la industria, teníamos que darle a
Córdoba un coeficiente suficiente como el que tiene actualmente.
Todo lo que hay en Córdoba lo hemos hecho nosotros.
Y eso no deben olvidarlo los cordobeses. Si sienten
gratitud, por cuanto hemos hecho, deben tener también una conducta que acompañe
esa gratitud.
El Gobierno Justicialista ha hecho por Córdoba lo que no
hizo ningún otro gobierno y esperamos que por gratitud, por lo menos, sean
conscientes y sigan las reglas de juego que hemos fijado nosotros. En eso
espero -sobre todo los peronistas, que son los que me han dado mas trabajo- que
se pongan un poco de acuerdo también allí y gobiernen bien.
Afortunadamente, en ese sentido, no. he tenido mucho que
intervenir, porque hemos dejado obrar en todas las elecciones a las fuerzas
provinciales. Así como no quiero que nadie meta la mano en un sindicato,
tampoco quiero que la metan en la provincia. Cada provincia ha de resolver su
problema, y -' si se entierra, no ha de ser porque nosotros presionemos o
hundamos.
Córdoba ha resuelto el problema por su propia vía. Cuando ya
la situación se hacía insostenible, intervinimos nosotros.
Pero hasta ese entonces no lo habíamos hecho.
Todos los días venían políticos para que hiciera tal o cual cosa;
incluso, nos pedían que interviniéramos. Si lo hubiéramos hecho antes, hubiese
sido un dictador. En este sentido, nosotros hemos respetado todo eso. Todos los
días nos ponían una cáscara de banana, pero nunca la pisábamos.
Ustedes vieron cómo se ha resuelto todo eso. Cuando ya no
había gobierno, concretamos la intervención mediante una ley del Congreso y no
por nuestra cuenta. Así fue como intervinimos, enviando a un hombre de nuestra
confianza, que creo se está desempeñando bien y para el bien de Córdoba.
-Compañeros: Muchas gracias por esta visita y les deseo mucho
éxito y mucha suerte en el futuro, que creo la van a necesitar.
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